El bolígrafo: símbolo de estatus y personalidad

Los acuerdos más importantes de nuestra vida son sellados con tinta.

Firmamos con un bolígrafo los contratos más importantes de nuestras vidas, desde el acta matrimonial hasta la compra de una residencia. Nuestras palabras, escritas con tinta, representan permanencia, durabilidad y compromiso.

Con la “pluma” o el “boli” se escribe también la primera carta de amor y, cuando ya somos grandes, la lista para la compra del supermercado.

No importa cuán adelantada esté la tecnología, con sus ultramodernas computadoras y celulares, a los bolígrafos no les han podido arrebatar su sitial.

Además de lo antes expuesto, para muchas personas, el bolígrafo representa un símbolo de estatus.

Según el psicólogo Carlos Sosa, “el bolígrafo, al igual que otros objetos, puede estar relacionado con algunas características de nuestra personalidad y puede ser utilizado muchas veces como un símbolo de los intereses personales que tenemos”.

“Hay personas que utilizan el bolígrafo de marcas exclusivas y son conscientes de que, al usarlo, podrán mostrar sus gustos y su nivel socioeconómico”, destaca Sosa y añade que “en una sociedad como la nuestra, de imágenes, muchas personas tienden a observar los artículos personales que usamos para llegar a conclusiones sobre características de nuestra personalidad”. Para estos fines, explica el experto en salud mental, el mercado ofrece prestigiosas marcas.

Roque Abad Ramírez, propietario de Empresas R. Abad Ramírez, en Cabo Rojo, establece que uno de los bolígrafos más prestigiosos que existen en el mercado es el Montblanc. “Son bolígrafos caros. Casi siempre son de cerámica con incrustaciones de oro y plata”, explica el comerciante, quien añade que este producto mayormente se vende en joyerías por un costo mayor de $150.

En su tienda se venden “por pedido” y son comprados mayormente por médicos y abogados. “Me da la impresión de que les da cierta categoría cuando van a firmar una escritura o una receta”, indica Abad.

Sosa explica que la mala selección de un bolígrafo puede producir el efecto contrario: restarle prestigio a quien lo use. “A veces vamos a la oficina de un médico, y la secretaria utiliza un bolígrafo rimbombante, con plumas, y te da la impresión de que no es una persona muy formal o seria y puede influir en la forma en que te vas a comunicar con ella”, opina.

El uso del bolígrafo es diferente en cada población. Sosa comenta que “personas jóvenes, especialmente chicas, tienden a utilizar bolígrafos con cabecitas de muñequitos, pequeños peluches incrustados y ojitos que se mueven. Tendemos a interpretar que la persona que utiliza ese tipo de bolígrafo es una persona inmadura, joven, que a lo mejor es extrovertida. Es posible que una persona muy reservada, trate de evitar (usar) un bolígrafo como el que te acabo describir”.

Abad destaca que “los varones jóvenes compran el bolígrafo corriente y los universitarios también, porque la mayoría los deja botaos”.

Sosa establece que no se debe juzgar a ninguna persona por el bolígrafo que tenga, pues la importancia real de éstos es que “tengan tinta y que sirvan para escribir. Esos objetos no representan lo que es una persona ni lo que vale como ser humano”.

El psicólogo concluye que los bolígrafos sólo adquieren valor cuando son obsequiados por seres queridos, pues entonces, se convierten en símbolos emocionales.

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